Hace unos días un viejo amigo, hijo de un conocido impresor de toda la vida, me planteó la hipótesis de que en el futuro próximo se solapen la impresión 2D y la impresión 3D a través de talleres gráficos tan especializados como diversificados, que sean capaces de ofrecer a sus clientes "algo más que los demás".
La verdad es que en un principio -y ante una caña y unos berberechos- la idea me parecía más propia de una película de Almodovar, pues imaginar un taller de servicios gráficos en el que hubieran de trabajar y dialogar personas de dos mundos tan complejos me parecía "técnicamente imposible".
No obstante, estuve reflexionando y tras darle vueltas creo que quizá mi amigo no iba descaminado: Las revoluciones a las que ha sobrevivido la industria gráfica desde hace veinte años han sido tan brutales, que una revolución más no debería ser descartada sin considerarla en profundidad.
Pensemos. ¿Qué haría falta para integrar el 3D Printing en un mercado tan complejo como el mercado gráfico 2D? La respuesta no parece muy compleja: Un dispositivo de salida (una impresora 3D) unida a un ordenador provisto del software adecuado. Ni más, ni menos.
Ahora bien: ¿A quien ponemos ante el ordenador? ¿Al mismo personal que ya teníamos en plantilla? Creo que sí. Tan sólo debe poseer los conocimientos mínimos para saber si un fichero puede ser impreso o no, así como entender al cliente y resolverle posibles objeciones que presente el diseño, en orden a conseguir una impresión óptima. Cumpliendo estos requisitos, creo que se puede conseguir ofrecer un servicio de 3D printing en condiciones.
Y es que nos guste o no, el sector gráfico está ya tan saturado que resulta muy difícil encontrar algun taller que no ofrezca "más de lo mismo", entrando en la consabida guerra de precios que sólo beneficia -y no siempre- al cliente final. Hoy como hace veinte años las Artes Gráficas deben enfrentarse al viejo dilema de renovarse o morir. Y "renovación vs muerte" no consiste nunca en ofrecer lo mismo que los demás ganando menos que los demás, sino en ofrecer algo diferente que los demás, para ganar más que los demás.
Más allá de trabalenguas, de lo que no me cabe la menor duda es de que la posibilidad de ofrecer un servicio 3D printing va a marcar la diferencia entre unos talleres gráficos y otros, como en su día marcó la diferencia entre ellos la posibilidad de ofrecer una salida directa a plancha. En definitiva: 2D + 3D = 5D
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