Como tantas otras
empresas, Digi International se había planteado inicialmente la adquisición de un sistema de
manufactura digital aditiva pensando en utilizarlo para la obtención rápida de
prototipos de carcasas, a fin de poder testear los equipos durante días, e
incluso meses, bajo condiciones ambiéntales extremas.
A la hora
de buscar la máquina, Digi tenía claro
que debería ser una máquina versátil, capaz de fabricar objetos plenamente
funcionales para ser testeados en condiciones reales de humedad, temperatura y
resistencia mecánica a los impactos.
Aunque la oferta existente de máquinas y
tecnologías ofrecía un desconcertante abanico de posibilidades, Digi vio claro que las máquinas Fortus de Stratasys constituían la mejor alternativa a sus requerimientos ya
que ofrecían el equilibrio óptimo entre calidad, precio, prestaciones y
versatilidad.
Según Matthew
Larsen, responsable de ingeniería mecánica, el departamento de compras dio
su visto bueno a la adquisición de la Fortus
cuando Matthew les presentó un plan de amortización basado únicamente en los
ahorros derivados de un uso para I+D+i, con énfasis en los costes de
prototipado. “Nosotros
no pensábamos en usar la máquina para fabricación directa cuando redactamos el
plan de justificación de compra de la Fortus”, afirma Larsen. Ahora
bien, durante el primer año de uso fueron poco a poco encontrando otras
interesantes aplicaciones más allá del mero prototipado rápido, entre las
cuales destacaría la fabricación de fijaciones con máscaras integradas, listas
para su uso en los procesos de “conformal
coating” o barnizado protector selectivo.
Esta aplicación fue un
verdadero descubrimiento para él, pues la mayoría de los dispositivos
fabricados por Digi requerían el barnizado selectivo a fin de proteger ciertos
componentes clave. Para llevar a cabo la mencionada tarea, se encargaba a un
taller mecánico la fabricación de unas plantillas de aluminio a medida, sobre
las que los operarios de Digi aplicaban cinta adhesiva sobre ciertas zonas, al
objeto de proteger los componentes que no requerían ser barnizados. Esa tarea
resultaba cuando menos un hándicap, ya que aparte de ser tediosa, encarecía considerablemente el coste de mano de obra restando competitividad al producto final.
- Habían conseguido reducir extraordinariamente los costes de mano de obra, en un total de 123.750 dólares.
- Esa sola aplicacion les había reportado un ahorro superior al ahorro obtenido en tareas de prototipado rápido.
En palabras de Matthew, “Estuvimos analizando nuestros procesos de enmascarado y concluimos que podríamos intentarlo con la manufactura aditiva. El riesgo era admisible ya que el coste era ridículo, el proceso era sencillo, y diseñar la pieza requería muy poco tiempo. En suma, no teníamos nada que perder, y sí mucho que ganar: Cuando nuestro departamento de costes echó cuentas, quedó admirado ante el ahorro obtenido con la máquina.”
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