miércoles, 24 de abril de 2019

Cirugía maxilofacial e impresión 3D: ¿Cuánto pagarías por un metro de cuerda?


Si yo les preguntase cuánto pagarían por un metro de cuerda, posiblemente coincidirían en pagar un precio relativamente reducido: Al fin y al cabo, es un puñetero metro de cuerda, que maldito sea el uso que le vamos a dar.


Ahora bien: ¿Cuánto pagarían por un metro más de cuerda... si estuvieran a punto de perder la vida con el agua hasta el cuello? ¿Verdad que ya están dispuestos a pagar mucho más? Quédense con esta idea y entenderán mejor el relato que viene a continuación.


Antes de la Impresión 3D, los cirujanos maxilofaciales disponían tan sólo de imágenes en 2D obtenidas mediante Rayos X, que pretendían representar de la mejor manera posible un objeto 3D tan complicado como son los huesos y tejidos de la cara. En esa época, la fase de planificación quirúrgica era completamente artesanal, y se basaba en la capacidad del cirujano para interpretar las radiografías. Para colmo, existían una serie de variables ajenas al control del cirujano, que podían dificultar en mayor o menor medida la calidad visual de las imágenes obtenidas.


Si la calidad visual de la radiografía era insuficiente, existía siempre el riesgo de que se produjeran imprecisiones en la percepción de la realidad, riesgo que podía ser especialmente grave en casos complejos, donde la capacidad de interpretación del cirujano era al fin la clave del éxito... o del fracaso.


Con el advenimiento del TAC (Tomografía Axial Computerizada) se facilitó la visualización espacial de las estructuras oseas del paciente, pero el cirujano seguía enfrentándose a una imagen virtual. Mejor que lo anterior, pero insuficiente para asegurar el éxito.


Ahora bien, desde hace relativamente pocos años el panorama se ha despejado: ya es posible ensayar complicadas cirugías antes de realizarlas, así como explicar al paciente cuál será el procedimiento a seguir. Básicamente, el flujo de trabajo es tan simple como obtener Imágenes 3D, e imprimirlas en 3D. Con los modelos en la mano, el siguiente paso es ensayar el procedimiento quirúrgico.


Evidentemente, lo que vale cuesta, y lo que cuesta, vale: Incorporar la Impresión 3D requiere una inversión elevada, pero sin duda merece la pena si queremos reducir el tiempo de cada intervención, disminuir los costes globales quirúrgicos, aportar mayor seguridad al cirujano y al paciente, y anticiparnos a posibles dificultades y complicaciones quirúrgicas: A veces, una complicación inesperada puede alargar notablemente el procedimiento, lo cual puede resultar especialmente grave... e incluso fatal, cuando se trabaja sobre un paciente bajo anestesia general. En esos casos, ¿Cuánto pagaría el cirujano por una hora menos de intervención... que evitara la muerte del paciente?


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