martes, 23 de julio de 2019

Reflexiones de verano para impresores inquietos


La evolución de la impresión  2D ha experimentado múltiples hitos: Desde tintas fabricadas a base de pigmentos disueltos en tolueno, hasta tintas fabricadas a base de monomeros fotosensibles. Desde la impresión sobre papel, hasta la impresión sobre todo tipo de soportes, y desde la impresión sobre hojas sueltas, hasta la impresión sobre bobina. Pero en todos los casos, el factor clave que ha motivado los cambios ha sido siempre el mismo: ofrecer algo más que los demás.

A día de hoy, los empresarios de Artes Gráficas cuyos negocios continúan abiertos a pesar de la crisis tecnológica y financiera, deben prepararse para competir en un nuevo panorama dominado por la cuarta revolución industrial, más conocida como Industria 4.0.

En este contexto, la primera cuestión que debería plantearse cualquier impresor que pretenda adaptarse a la Industria 4.0 y sobrevivir al cambio tecnológico en marcha, debería ser: "¿Tendré más éxito si actualizo mi equipo actual para ofrecer a mis clientes una mejor calidad o un servicio más rápido..., o debería quizá ofrecer a mis clientes algo completamente nuevo? Desde luego, podría meter una máquina más grande y rápida, pero ¿qué impedirá que otras imprentas hagan lo mismo? 

Y ahora viene el siguiente planteamiento: "¿Qué novedad puedo ofrecer a mis clientes actuales dentro del abanico de posibilidades de la Industria 4.0? ¿Robots? No. ¿Simulación? No. ¿Internet de las cosas? No. ¿Ciberseguridad? No. ¿Cloud computing? No. ¿Big data? No. ¿Realidad aumentada? No. ¿Impresión 3D? ¿Por qué no? Al fin y al cabo, ahora recibo un fichero digital en 2D, y lo imprimo varios miles de veces en pocas horas. Va a ser más o menos lo mismo que estoy haciendo, pero en 3D. No puede ser tan difícil."




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